sábado, 6 de octubre de 2007

LOS YOKAI: ESOS SERES NO TAN EXTRAÑOS.

En la cultura japonesa, los fantasmas tienen una gran importancia, tanto mitológica como en la vida cotidiana. De este modo, podemos distinguir diversas tipologías de fantasmas, dentro de las cuales hallamos gran variedad de seres, cada uno con habilidades y poderes particulares. Unos buenos otros malignos. Casi podríamos afirmar que en Japón hay un fantasma para cada cosa y situación.
Todos se clasifican bajo el nombre genérico de obake o bakemono, cuya raíz es la palabra obake que deriva, a su vez, del verbo bakeru (que significa cambio o transformación). En efecto, los fantasmas japoneses son seres y cosas que mutan y se transforman, almas que han sufrido un cambio debido a alguna experiencia amarga o simplemente seres que son producto de un hechizo o actuación mágica.
Estos seres están presentes en muchos momentos de la vida de los japoneses. En la escuela, por ejemplo, durante los campamentos, los niños hacen grupos y prueban su valor en el llamado kimodameshi (“prueba de coraje”), yendo a los cementerios o lugares oscuros en la escuela. Pero no sólo ellos participan en este juego, pues los profesores suelen estar ocultos en el camino para dar sustos y para cuidar de su seguridad (la de sus alumnos, se entiende). También hay atracciones que se llaman Obake Yashiki (“Residencia de los fantasmas”) y allí también disfrutan del terror. Vamos, algo así como nuestros trenes de la bruja o las casas del terror.
Durante el verano, los fantasmas nipones cobran una especial relevancia, apareciendo frecuentemente en la televisión. Esto sucede por la celebración de la "Fiesta de Obon", en la cual los espíritus de los antepasados regresan a la casa.
Al principio ya he mencionado que hay varias tipologías dentro de los fantasmas japoneses. Así pues, en primer lugar tenemos a los yurei (almas en pena), los yokai (seres de apariencia monstruosa que generalmente tienen un poder en particular), los oni (ogros y demonios de la religión budista que habitan entre la tierra y el infierno) y los henge (animales que se transforman en humanos y tienen poderes sobrenaturales).
Por ahora nos olvidaremos de yureis, onis y henges (a los que espero volver dentro de un tiempo) y nos ocuparemos únicamente de los yokais, que precisamente son los más célebres en Occidente. No mucho, es verdad, pero gracias al estreno en DVD de una película, estos exóticos seres han alcanzado cierta relevancia (por lo menos dentro del mundo friki). Me estoy refiriendo a La gran guerra yokai (Yôkai daisensô, 2005), del siempre controvertido, y no obstante, interesante Takashi Miike. En este film, el original director japonés abandona su habitual repertorio de ultraviolencia, erotismo y hemoglobina para presentarnos un remake de una producción de 1968 dirigida por Yoshiyuki Kuroda, aunque en este caso enfocado hacia el público familiar y con un mensaje ecologista de fondo. De todos modos, pese a ser una película "infantil", no faltan escenas con una violencia más que manifiesta. Y es que, como diría Vujadin Boskov, "Miike es Miike".
Pero dejémonos de crítica cinematográfica y pasemos al tema que nos interesa. Los
yōkai (o youkai, que podríamos traducir como "apariciones", "espíritus" "o demonios") son una clase de criaturas generalmente más poderosas que los seres humanos, por lo que suelen actuar con arrogancia sobre los mortales. Sus valores tampoco son los nuestros, por lo que no es infrecuente el conflicto con los humanos. Y en un enfrentamiento tienen siempre las de ganar, pues suelen ser invulnerables al ataque humano, aunque pueden ser derrotados por expertos exterminadores yōkai (taijiya) y monjes budistas que cuenten con la bendición del mismísimo Buda.
Algunos yōkai simplemente evitan a los seres humanos y, de este modo, todos los problemas que ocasionan. Generalmente, habitan áreas aisladas lejos de los asentamientos humanos. Otros, sin embargo, deciden vivir cerca de los humanos conviviendo en buena armonía.
Ciertas leyendas hablan de relaciones amorosas entre yōkais y humanos, fruto de las que nacerían los han'yō (semi-demonios). La mayor parte de esas historias comienzan como historias de amor, pero a menudo acaban con tristeza, como consecuencia de los muchos obstáculos que tienen que afrontar los yōkai y los mortales en sus relaciones.
Como el número de estos seres es bastante amplio y conocerlos uno a uno alargaría este post más de lo humanamente soportable, tras aprender qué demonios es un yōkai (valga la redundancia) iremos viéndolos poco a poco y de un modo más individualizado, porque su variedad es bastante grande: unos son poco recomendables, otros gamberros, los hay con aspecto animalesco, una mujer con un cuello kilométrico (he exagerado un poco) e incluso otro que es básicamente un paraguas con patas (una en concreto).
Pero eso ya es otro post...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué curioso! Esa costumbre de clasificar a los demonios me recuerda a tantas y tantas otras de diversas culturas y épocas: los distintos dioses manes y lares en Roma, por ejemplo, o las legiones de ángeles, querubines, serafines, arcángeles, etc., en las tres grandes religiones monoteístas.

Anónimo dijo...

Muy interesante el tema de los yokai. Por cierto que, aunque no conozco casi nada del arte y la cultura del Japón sí me llamó la atención descubrir hace poco una serie de dibujos de Katsushika Hokusai sobre demonios y seres monstruosos. Si la conoces, ¿podrías decirme de qué tipo de demonios se trata, si son los yokai u otros distintos?

Gracias y un saludo

Toth dijo...

Muy interesante tu apreciación, Soliman. Cuando estaba elaborando el articulillo me aparecieron varias fotografías que pertenecen a la pintura Ukiyo-e (estampas japonesas realizadas entre los siglos XVII y XX). Ya comenté que los bakemonos son algo cotidiano en la vida nipona, ahora y siempre. La mentalidad oriental está más apegada a la tradición que aquí en Occidente, sólo tenemos que pensar en la curiosa combinación de tecnología punta y profundo respeto a la tradición que encontramos en Japón hoy en día. En cuanto si son yokai o cualquier otra manifestación fantasmal, pues supongo que habrá de todo; los que encontré yo eran yokais (porque eso era lo que buscaba), pero también se pintarían onis, yurei...
Lo que no podría decirte a ciencia cierta es si pertenecen a Hokusai a Utamaro, Hiroshige o cualquiera de los pintores de la época, aunque es de suponer que todos trataran el tema. Lamentablemente, mi conocimiento sobre el arte oriental es (todavía) demasiado limitado.

Anónimo dijo...

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