lunes, 2 de julio de 2007

YO CONFIESO

Hoy tengo la desagradable tarea de realizar una confesión: ésa y no otra es la razón que me lleva a escribir este post. No lo hago del todo voluntariamente, lo reconozco, sino más bien chantajeado por un judas que dice ser mi amigo... (se lo perdono porque suele invitar él cuando vamos desataos de cañas, que si no…). En fin, que espero que en caso de que exista el Paraíso o el Valhala o el Jardín de Alá o los Campos Elíseos o la Nada o el Uno o el Mundo Arquetípico de las Ideas o lo que sea, esta muestra de valentía y contrición desgrave y me lleve una alegría extra como bienaventurado de pro.

Allá voy: se da el caso de que en mi más tierna juventud y llevado por mi intachable amor filial, pensé en regalarle a mi padre uno de esos utensilios del intelecto denominados libros. Procedí con irresponsable e indocumentada alegría a seleccionar pizpiretamente un tomo considerable que trataba sobre la Guerra Civil (la nuestra, la del 36…), sabiendo como sabía que dicha materia sería del agrado del pater familias. Pero parece que ese día tenía mis estrellas y mis planetas menos conjuntados que el vestuario de Mágnum, porque el ladrillo que agarré era ni más ni menos que Los mitos de la Guerra Civil, de un señor que entonces desconocía completamente llamado Pío Moa.

…En realidad ésa era mi única excusa, que no lo conocía. Supongo que me hizo gracia que existiera alguien con un nombre artístico tan económico y breve (… nunca seis letras tan bien repartidas en cuatro sílabas y dos palabras dieron para tanto…); además, tenía nombre de ídolo de alguna isla de Micronesia o algo así. Luego le vi ese careto enjundioso y ese gesto adusto en la foto de la solapa, amén de la boina, y pensé en lo que hubiera dicho Della Porta, destacado difusor de la ciencia de la fisiognomía, analizando semejante rostro: un individuo braquicefalado asaz intrépido y audaz, generoso y de criterio noble, con párpados que denotaban coquetería encantadora y las cejas vigorosas de un hombre talentudo, cejas de medio punto… también estaba claro que era más feo que un concurso de imitadores del Fary, pero en literatura eso suele ser indicativo, las más de las veces, de brillantez (…cosa que este hombre sólo tiene en la calva, y eso según la luz… ); y además con ese bigotillo nebuloso y enmarañado (ahora que caigo, parece una descripción de su pensamiento… ); en realidad, parece un bigote de pega… un momento, ahora que me doy cuenta, también las cejas parecen falsas (de hecho están como pintadas con rotulador de punta gorda… ), y esos ojillos pequeños, redonditos, dispares, como sacados de un tebeo de Anacleto… he llegado a preguntarme si es cierto que un tío llamado Pío Moa y con esa jeta carnavalera existe realmente o es sólo URDACI disfrazado.

Es lo que Heiddegger describiría como “viva imagen del olvido del Ser” y Mortadelo como un “tipejo con cara de besugo”. En realidad, es igualito que Sir Tim O’Theo pero sin su distinción, claro; juzguen ustedes mismos:

No es mi intención insultar a Sir Tim O'Theo, cuya lectura es un millón de veces más estimulante que la de P.M., sin lugar a dudas...

…Encima me entero de que el menda fue terrorista en sus tiempos mozos: ¡como para creer en las medidas de reinserción en este país!!!... ¡encierras a un terrorista inofensivo y te lo convierten en esto!...¡gensanta!!!

…¡Ah!, y al parecer, no para de citar a Montesquieu, que si Montesquieu por aquí, que si Montesquieu por allá, que si Montesquieu dice que no sé qué… yo creo que si el bueno de Charles levantara la cabeza y leyera las soplapolleces que va diciendo de él le metería la boina por el culo hasta la campanilla.

Sé que estoy recurriendo en exceso a la descalificación gratuita, pero… ¡es que me sienta muy bien, no puedo parar! En fin, que discúlpenme si me desahogo en este blog; si no dejo de meterme con él aquí es porque en el suyo hay que pagar para opinar… ¡encima eso!!!

De haber sido consciente de lo que tenía entre manos, hubiese preferido regalarle a mi padre un disco de Georgie Dann o un manual en sánscrito para la cría del higo chumbo. Pero ya no se puede dar marcha atrás. Ahora estoy avergonzado porque sé que eso no se le regala a la sangre de mi sangre, recórcholis. Me pongo en su lugar y pienso que si mi hijo, el futuro báculo de mi vejez, me regalara algún día algo así, me suicidaría a ostias.

Bueno, yo ya he cumplido: contrito quedo y recogido el guante está. Ahora le toca a uno que yo me sé…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hi! I'm of China and I read a little Spanish. I've read your blog, but I don't know who is the man called Pio Moa. Somebody can help me?
Thanks, Yuen Cheh